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Cotidiano

Sobre el crimen de Evelyn

Sobre el crimen de Evelyn  

Al ver los rostros de Rollin Alexander Arrivillaga y de Walter Oswaldo Aguirre Baldizón, con todo y sus diecinueve años encima, es difícil imaginar que hayan sido los autores de un crimen que conmovió al país.


Si bien, estamos atiborrados de cruentos homicidios y constantes hechos de sangre, el que sucedió al iniciar el 2007 en la zona 12 removió la entrañas del más desalmado. Irónicamente el homicidio, perpetrado bajo un estado de conciencia alterado por drogas, tuvo como escenario el asentamiento llamado "Unidos por la Paz".


Se trata de del abuso sexual y decapitación, en un rito satánico, de Evelyn Karina Isidro Velásquez de apenas seis años, cuyo cuerpo fue encontrado semi enterrado en un barranco cercano a la residencia de la familia Isidro.


Y como un claro ejemplo de la deshumanización a la que estamos sometidos como una sociedad moldeada con violencia y ausencia de mecanismos para salvaguardar los derechos básicos ¡como la propia vida! Resulta que uno de los jóvenes confesó, sin mayor preocupación, ser quien cercenó el cuello de la pequeña, y el cuchillo aún con sangre fue la evidencia detonante de su culpabilidad.


Aún no salgo del desconcierto y busco una forma de justificarles, con argumentos más racionales, el horrendo crimen, pero me es difícil desmembrar el posible armatoste existencial que sacudió la inconciencia de los ahora criminales, motivado por influencias que los mismos medios de comunicación reproducen para tergiversar la formación social de los jóvenes. ¿Qué orientación pueden tener las nuevas generaciones, cuando son sometidos a formas de apreciaciones musicales y culturales que los enajenan y abstraen a escenarios ajenos al contexto guatemalteco?


La misma sociedad decapitó primero a Rollin y Walter, cercenándole sus derechos y oportunidades, obligándolos a buscar alternativas y canalizar toda esa frustración en los sonidos estridentes, que no por fuerza tienen un mensaje definido, mas bien su contenido es épico y metafórico, difuso y abstracto, pero con esa ebullición de la adrenalina, impulsa a buscar canales dolosos de expresión.


Si bien deben ser castigados por el homicidio, es menester que el Estado busque mecanismos para brindar atención a la juventud y evitar que continúen ahogándose en un oceano de absurda desconsideración social.

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